Cuando nadie lo esperaba ya, llegó “La Hora Feliz” de los Suede. Fue hace 5 años y desde entonces han protagonizado el mejor regreso de la década de un grupo anteriormente desaparecido. Normalmente este tipo de regresos suelen tener escasos réditos artísticos. Los de Brett Anderson siempre fueron un grupo diferente y han conseguido con “The Blue Hour” (Warner Music) una trilogía de regreso que igual es la de más calidad de grupo alguno de pop en esta última década. En su día a mí me pareció el mejor grupo del brit-pop junto con Pulp, por encima, incluso, de los más exitosos Blur y Oasis. 

Esta imbatible trilogía que comenzó hace un lustro con “Bloodsports” `para seguir hace 2 con “Night Thoughts” y culminar ahora con el precioso “The Blue Hour”, un trabajo que está presente en muchas de las listas más prestigiosas con lo mejor del año. Si, quizás, no lleguen al nivel de ese precioso debut homónimo del 93, ni, sobre todo, a esa maravilla absoluta que fue “Dog Man Star”. Pero sí que se acercan en muchos momentos a esas excelencias y tomados como si fueran una banda nueva, suponen una terna impecable de pop y rock que puede disfrutar un montón de público de heterogéneos gustos. Desde luego que los fans de David Bowie, Brett y los suyos lo son, volverán a disfrutar de lo lindo con muchos temas y arreglos de este nuevo y gran trabajo. “The Blue Hour” es una especie de ópera pop y su espíritu se encuentra más cercano a “Dog Man Star” que a discos más pop cargados de buenos singles como “Suede” o “Coming Up”. 

Brett ha entregado hace poco tiempo unas jugosas memorias (también libro musical destacado de la presente cosecha)  en las que nos cuenta cómo esta trilogía está centrada en temas como la paternidad y la madurez y lo que esto ha significado en el nuevo enfoque vital. Una perspectiva nueva que arranca impecable con una preciosidad como ‘As One’ que te sumerge ya en esa “Hora Triste” que más bien es su “Hora Melancólica”. Hay melancolía, pero también mucha alegría y ganas de vivir de nuevo. El apoteósico arranque está cargado de preciosita épica. Sus ganas de vivir las demuestran con muy buenas historias y también con melodías y fantásticos arreglos como los de la preciosa ‘Don’t Be Afraid If Nobody Loves You’. El título puede ser triste pero lo es menos cuando sabes que esto puede cambiar en algún momento y conseguir tus anhelos de juventud. Ya en el arranque tenemos a la Orquesta Filarmónica de Praga que es protagonista, para bien, en muchos destacados momentos del disco. Richard Oakes está sembrado también en muchos momentos con sus guitarras y brilla hasta en temas más pop y más reconocibles en lo que fueron Suede como ‘Life Is Golden’. Este título a denota el giro que han dado a su vida Brett y los suyos. Es un tema que a mí me recuerda mucho y para bien al “Hunky  Dory” de Bowie. En este gran sonido y en ese concepto casi de ópera pop influye  ayuda mucho la gran producción de Alan Moulder (Depeche Mode). También contribuye mucho y está sembrado Neil Codling con sus destacados teclados. Aunque su título parezca indicar lo contrario, ‘All The Wild Places’ es pura y sosegada magia que hubiera podido figurar en “Dog Man Star”, el mejor disco de la banda. Una maravilla orquestada repleta de buenos sonidos de cuerdas. ‘Wastelands’ suena engolada y es otra de las que hubiera tenido cabida fija en el “Dog Man Star”. Momento álgido es también la emocionante y tristísima ‘Mistress’. Un tema parsimonioso pero que misteriosamente te proporciona gran energía interior casi sin darte cuenta. Brett canta de manera genial y Codling esta brillante con los teclados. Ya hacia el final del trabajo recobra brillo mayor la orquesta. Además de en la ya citada ‘All The Wild Places’ deslumbra en ‘The Invisibles’, con sus aromas entre Frank Sinatra y los más sobrecargados The Divine Comedy. El final con ‘Flytipping’ vuelve a estar marcado por sus tonos épicos y por una sublime melodía que te envuelve y te deja con las ganas de que no termine nunca. ¡Se han vuelto a salir!

Autor: Txema Mañeru