Mantiene la sana costumbre Francisco J. Galacho, desde los tiempos en que lideraba los rocosos Blackberry Clouds, de acordarse de este humilde cronista siempre que lanza un nuevo trabajo y obsequiarle con una copia en vinilo, hábito más que de agradecer en estos virtuales tiempos que corren. Gracias a que su nombre aparece como compositor principal y alma mater de este nuevo proyecto es posible enlazarlos con su anterior formación, ya que musicalmente el salto cualitativo es enorme. Abandonados por el momento los aires americana que mecían aquellas nubes, Galacho muta ahora a oscuro predicador en eremita misión, y con la ayuda de la voz de Victoria Villa y la guitarra y órgano de Máximo R.B. nos ofrece ocho temas que bucean en la oscuridad del alma humana, reflexionan sobre la existencia vital y transitan esa tenebrosa y estrecha vereda que separa la vida del más allá. Todo ello con un nivel de inspiración que, al menos el firmante de esta reseña, no había sabido detectar en pretéritas producciones. Cualquier degustador de la faceta baladista de Nick Cave que tan buenos réditos produjera a finales de los 90 -Murder Ballads o The Boatman´s Calls serían buenos ejemplos- o los seguidores de Wovehand podrán comprobar como con parecidos mimbres nuestro hombre ha confeccionado un disco de soterrada belleza, oscuro y serenamente reflexivo; si, por poner algún pero, en algunos momentos se sitúa demasiado cercano hasta en tono vocal al australiano antes mencionado, caso de "Train Is a- Running", en el otro lado de la balanza alcanza remarcables hitos entonando ese country del corredor de la muerte que sería "Sorrow, Thanks", o eleva cantos eclesiásticamente agnósticos en la preciosa "(Aaaaaah) Jesus Is No Longer".