Opinión

 

24-10-2011

Opinión Invitada; Kike Turrón


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En la actualidad, Kike está empezando a rodar su nuevo grupo, Turrones, una banda de rock que tiene pensado grabar su primer disco en estas navidades. Además, ha publicado libros de relatos: “Al domador se lo tragaron las fieras” (2007) y “Por el retrovisor” (2010). Y tiene editados tres discos con King Putreak (donde fue cantante y guitarrista durante 13 años), dos de ellos libro-discos “Nadie come del aire” (1998) y “B.N.C.A.” (2001), el terdero solo disco "Por aquí van los tiros". También puedes encontrar artículos suyos (firmados con su compañero de profesión Kike Babas) en diferentes publicaciones rockeras estatales (las revistas Zona de Obras, Rock Estatal y Pagina-1 y el portal manerasdevivir.com), y, por supuesto, a escrito un buen puñado de biografías a grupos patrios: Los Enemigos, Reincidentes, Boikot, Rosendo, Siniestro Total, etcétera.

Cuando era canijo en mi casa ya sonaba Cohen, Young y, por supuesto Dylan. Mis dos hermanos mayores eran fans incondicionales del de Duluth y sus vinilos sonaban hasta desgastarse en el tocadiscos. También se escuchaba mucho a Simón y Garfunkel y, cuando los Rolling Stones llegaron al Vicente Calderón, que yo tenía doce años, llegó a casa el directo Still Live. En vinilo, claro. Era necesario hacerme con mis propios ídolos, con mis discos, poner mi propia música, tener mi plato en la habitación (que era uno de esos destroza discos cuyos altavoces hacían las veces de tapadera por si querías transportar el aparato… y el cassete, come cintas, que me tocó en suerte cuando mis viejos compraron otro nuevo en Andorra o Ceuta. Ese solo lo tocaban los mayores.

En la sección musical de la revista Diez Minutos leí un artículo sobre un festival, se llamaba Montengo Bay y decía que ese año, el importante festival sería dedicado a Bob Marley, recientemente fallecido. Una pequeña foto ilustraba el reportaje, una instantánea de Marley sonriendo. Recorté aquel artículo y lo guarde en mi habitación. Lo leía y releía, sobre todo la parte en la que hablaba de los Rastafaris, pero lo que más me llegaba era que el periodista decía que era conocido como el Bob Dylan negro. Hostia, ahí lo tenía. Decidí que esa sería mi apuesta. Un domingo le sugerí al viejo ir al Rastro, le pareció buen plan y me acompañó. Estando allí le dije que quería mirar en los cajones de discos de uno de los puestecillos que allí había. Así encontré la que sería mi primera compra, un vinilo de Bob Marley and the Wailers titulado “The birth of a legend” fechado en 1977, aunque la edición era de 1980. Jamás había escuchado al mulato jamaicano. Me moló la portada desde el primer momento, cuatrocientas cincuenta pesetas de las de antes. Cuando llegué casa lo puse, cerré la puerta de mi habitación y presté atención. La cosa no era fácil, no tendía ni once años y esta especie de soul jamicano  no entraba a la primera. Me daba igual, este iba a ser mi ídolo, así que seguí poniéndolo toda la tarde del domingo ininterrumpidamente. Casi ya de noche mi hermano entró en la habitación y me preguntó por mi adquisición. Le dije que era una pasada, que mis canciones favoritas eran esta y aquella. Se quedó escuchando un rato, luego me dijo que si, que quizá un poco repetitivo, en fin, que todas las canciones le parecían iguales. No había vuelta atrás, seguí e insistí y descubrí un inmenso universo de músicas relacionadas con Marley, además, por supuesto, me compré su biografía, escrita por Jesús Ordovás y publicada en esos entrañables libritos de la Editorial Los Juglares.

Fotografía: Juan Orejudo

Autor: Kike Turrón

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